quinta-feira, 19 de julho de 2012

Mi opinión: Porqué el Dalai Lama no puede condenar las autoinmolaciones tibetanas

Mi opinión: Porqué el Dalai Lama no puede condenar las autoinmolaciones tibetanas *
 
Por Tenzin Dorjee, especial para CNN
 
Nota del Editor: Tenzin Dorjee es director ejecutivo de Students for a Free Tibet, una red mundial de estudiantes y activistas que trabajan por la independencia tibetana. Escritor y activista, es un portavoz del movimiento mundial de la juventud tibetana
 
En una grosera demostración de moral ciega, el artículo del blog de Stephen Prothero sobre las autoinmolaciones tibetanas culpa a la víctima en lugar de al acosador.

Los tibetanos están atrapados en una de las últimas ocupaciones coloniales más brutales del mundo. Es a través de estas lente, más que cualquier otra cosa, que debemos entender las autoinmolaciones.
                      
Desde 2009, al menos 44 tibetanos –monjes, monjas y laicos- se han prendido fuego para protestar contra el dominio chino; 39 de esas autoinmolaciones han ocurrido solo en este año. Cada uno de estos actos es un resultado directo del  sistemático asalto de China contra el modo de vida tibetano, sus movimientos, su forma de hablar, su religión y su identidad.
 
En lugar de responder a la opresión china con venganza –un camino mucho más tentador para el instinto humano básico- los tibetanos han elegido un medio mucho más pacífico. Sin causar daño a un solo chino, ellos prenden fuego a sus propios cuerpos para encender una luz sobre la atrocidad que tiene lugar en su patria. Ellos sacrifican sus propias vidas, no en el nombre de “Dios” o de “Buda”, como Prothero sugiere con desdén, sino con una intención altruista de alertar al mundo sobre el sufrimiento de su pueblo.
 
Al demandar que el Dalai Lama condene a estos individuos que han mostrado compasión más allá de nuestra imaginación, Prothero ha revelado una colosal indiferencia al coraje y las circunstancias de aquellos que luchan por las mismas libertades democráticas y derechos humanos que él mismo disfruta.
 
¿Cómo puede el Dalai Lama condenar las autoinmolaciones cuando su motivación fue evidentemente no egoísta y su táctica no violenta? ¿Le pediríamos a Gandi condenar a los activistas en la lucha por la libertad de India,  que fueron asesinados mientras yacían en el camino para bloquear a los camiones de policía británicos? ¿O a los huelguistas de hambre que estaban muriendo por protestar contra las injusticias del gobierno de Gran Bretaña en la India?
 
En todo sentido, son los líderes de China y no el Dalai Lama los responsables por las autoinmolaciones en el Tíbet. Ellos tienen el poder de calmar las tensiones, revocar las restricciones, y detener las autoinmolaciones de la noche a la mañana. Pero en lugar de buscar una solución duradera a la cuestión tibetana, ellos continúan agravando la situación al intensificar la represión.
 
Nadie está más atormentado por las autoinmolaciones que el Dalai Lama, cuyos lazos con el pueblo tibetano van más profundo que lo que el lenguaje puede expresar. De hecho, es la singular  influencia tranquilizante del Dalai Lama la que ha mantenido el movimiento no violento hasta la fecha.
 
Un acto de fe, desesperación o protesta: Las autoinmolaciones a través del tiempo
 
Como un ícono universal de la paz, la influencia espiritual del Dalai Lama va más allá del mundo budista. Sin embargo, su autoridad moral no es un recurso infinito. Hay una cuerda moral invisible con la que el Dalai Lama ha unido a los tibetanos a la no violencia por cuatro décadas. Pero esta cuerda se está volviendo cada vez más fina en tanto que la tiránica escalada de China está arrinconando a los tibetanos.
 
La autoinmolación, la que emerge como una táctica por haber sido arrinconados por mucho tiempo, representa el último puesto en el espectro de resistencia no violenta. Si este último espacio de expresión, sin importar cuan drástico sea, es quitado, la cuerda podría romperse. El caos sería la resultante, aumentando en gran medida las chances de un conflicto étnico descomunal, ante el cual incluso el Dalai Lama tendría agotado su capital moral para detenerlo.
 
De todas las acusaciones de Prothero, la más ofensiva es su comparación de las autoinmolaciones con el sati, un sistema social de la antigua India en el que las viudas eran presionadas a arrojarse a la pira funeraria de sus difuntos maridos. La autoinmolación –un acto de índole política- es el polo opuesto al sati, un acto ciego de superstición.
 
No hay un solo caso de autoinmolación tibetana que fuera cometido por presión social u obligación religiosa. Cada incidente de estos, inesperado como es, conmueve a la nación, la comunidad, sin mencionar a la familia, hasta sus cimientos. Cada tibetano ruega en su corazón que el último haya sido, en efecto, el último.
 
La imagen de una persona envuelta en llamas es conmovedora, a menudo perturbadora, para la gente que vive en el mundo libre. A pesar de toda nuestra obsesión con películas y video games violentos y coberturas de guerras en vivo, todavía rompe nuestro corazón en pedazos ver a un ser humano en llamas.
 
En lugar de caer en investigaciones filosóficas sobre la moralidad de las autoinmolaciones, debemos ver porqué son  estas acciones: ruegos de ayuda urgente para un pueblo empujado al abismo durante décadas de represión despiadada.
Uno espera que la mayoría de la gente se centre en la cuestión real: ¿Cómo responderemos  a este llamado?
 
*El presente artículo de Tenzin Dorjee fue redactado en respuesta al escrito por el periodista Stephen Prothero y publicado el pasado 12 de julio. El artículo de Prothero se puede leer siguiendo el vínculo: My Take: Dalai Lama should condemn Tibetan self-immolations
 

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