Mi opinión: Porqué el Dalai Lama
no puede condenar las autoinmolaciones tibetanas *
Por
Tenzin Dorjee, especial para CNN
Nota del Editor: Tenzin Dorjee es
director ejecutivo de Students for a Free Tibet, una red mundial de estudiantes
y activistas que trabajan por la independencia tibetana. Escritor y activista,
es un portavoz del movimiento mundial de la juventud tibetana
En una
grosera demostración de moral ciega, el artículo del blog de Stephen Prothero
sobre las autoinmolaciones tibetanas culpa a la víctima en lugar de al
acosador.
Los
tibetanos están atrapados en una de las últimas ocupaciones coloniales más
brutales del mundo. Es a través de estas lente, más que cualquier otra cosa,
que debemos entender las autoinmolaciones.
Desde
2009, al menos 44 tibetanos –monjes, monjas y laicos- se han prendido fuego
para protestar contra el dominio chino; 39 de esas autoinmolaciones han
ocurrido solo en este año. Cada uno de estos actos es un resultado directo
del sistemático asalto de China contra
el modo de vida tibetano, sus movimientos, su forma de hablar, su religión y su
identidad.
En lugar
de responder a la opresión china con venganza –un camino mucho más tentador
para el instinto humano básico- los tibetanos han elegido un medio mucho más
pacífico. Sin causar daño a un solo chino, ellos prenden fuego a sus propios
cuerpos para encender una luz sobre la atrocidad que tiene lugar en su patria.
Ellos sacrifican sus propias vidas, no en el nombre de “Dios” o de “Buda”, como
Prothero sugiere con desdén, sino con una intención altruista de alertar al
mundo sobre el sufrimiento de su pueblo.
Al
demandar que el Dalai Lama condene a estos individuos que han mostrado compasión
más allá de nuestra imaginación, Prothero ha revelado una colosal indiferencia
al coraje y las circunstancias de aquellos que luchan por las mismas libertades
democráticas y derechos humanos que él mismo disfruta.
¿Cómo
puede el Dalai Lama condenar las autoinmolaciones cuando su motivación fue
evidentemente no egoísta y su táctica no violenta? ¿Le pediríamos a Gandi
condenar a los activistas en la lucha por la libertad de India, que fueron asesinados mientras yacían en el
camino para bloquear a los camiones de policía británicos? ¿O a los huelguistas
de hambre que estaban muriendo por protestar contra las injusticias del
gobierno de Gran Bretaña en la India?
En todo
sentido, son los líderes de China y no el Dalai Lama los responsables por las
autoinmolaciones en el Tíbet. Ellos tienen el poder de calmar las tensiones,
revocar las restricciones, y detener las autoinmolaciones de la noche a la
mañana. Pero en lugar de buscar una solución duradera a la cuestión tibetana,
ellos continúan agravando la situación al intensificar la represión.
Nadie
está más atormentado por las autoinmolaciones que el Dalai Lama, cuyos lazos
con el pueblo tibetano van más profundo que lo que el lenguaje puede expresar.
De hecho, es la singular influencia
tranquilizante del Dalai Lama la que ha mantenido el movimiento no violento
hasta la fecha.
Un acto de fe, desesperación o
protesta: Las autoinmolaciones a través del tiempo
Como un
ícono universal de la paz, la influencia espiritual del Dalai Lama va más allá
del mundo budista. Sin embargo, su autoridad moral no es un recurso infinito.
Hay una cuerda moral invisible con la que el Dalai Lama ha unido a los
tibetanos a la no violencia por cuatro décadas. Pero esta cuerda se está volviendo
cada vez más fina en tanto que la tiránica escalada de China está arrinconando
a los tibetanos.
La
autoinmolación, la que emerge como una táctica por haber sido arrinconados por
mucho tiempo, representa el último puesto en el espectro de resistencia no
violenta. Si este último espacio de expresión, sin importar cuan drástico sea,
es quitado, la cuerda podría romperse. El caos sería la resultante, aumentando
en gran medida las chances de un conflicto étnico descomunal, ante el cual
incluso el Dalai Lama tendría agotado su capital moral para detenerlo.
De todas
las acusaciones de Prothero, la más ofensiva es su comparación de las
autoinmolaciones con el sati, un
sistema social de la antigua India en el que las viudas eran presionadas a
arrojarse a la pira funeraria de sus difuntos maridos. La autoinmolación –un
acto de índole política- es el polo opuesto al sati, un acto ciego de superstición.
No hay un
solo caso de autoinmolación tibetana que fuera cometido por presión social u
obligación religiosa. Cada incidente de estos, inesperado como es, conmueve a
la nación, la comunidad, sin mencionar a la familia, hasta sus cimientos. Cada
tibetano ruega en su corazón que el último haya sido, en efecto, el último.
La imagen
de una persona envuelta en llamas es conmovedora, a menudo perturbadora, para
la gente que vive en el mundo libre. A pesar de toda nuestra obsesión con
películas y video games violentos y coberturas de guerras en vivo, todavía
rompe nuestro corazón en pedazos ver a un ser humano en llamas.
En lugar
de caer en investigaciones filosóficas sobre la moralidad de las
autoinmolaciones, debemos ver porqué son
estas acciones: ruegos de ayuda urgente para un pueblo empujado al
abismo durante décadas de represión despiadada.
Uno
espera que la mayoría de la gente se centre en la cuestión real: ¿Cómo
responderemos a este llamado?
*El presente artículo de Tenzin Dorjee fue
redactado en respuesta al escrito por el periodista Stephen Prothero y
publicado el pasado 12 de julio. El artículo de Prothero se puede leer
siguiendo el vínculo: My Take: Dalai Lama should condemn Tibetan
self-immolations
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