Traducción de Felipe Poey :
Viaje de Virgilio I
Nave, a
quien se encomendó Virgilio, así la amable Diosa que reposa en Chipre, así los
hermanos de la bella Elena, lúcidos astros, y el padre de los vientos te
conduzcan, que lo restituyas salvo, te ruego, a las arenas áticas y guardes la
mitad del alma mía.
Triple
armadura de bronce y robusto pecho tuvo quien entregó primero un frágil leño al
piélago señudo. Ni temió el Austro altivo desatado contra el fiero Aquilón, ni
a las lluviosas Hyadas, ni la furia del Noto proceloso, señor del Golfo
Adriático, bien encrespe sus olas, bien las tenga sosegadas. ¿Qué genero de
muerte podrá espantar a quien con ojo enjuto vio el mar embravecido, vio los
monstruos nadando y los fulminados escollos del Epiro.
En vano
Júpiter prudente ciñó las tierras con mares disociables, si sacrílegas
barquillas osan al fin salvar las inviolables llanuras. La gente humana,
dispuesta a todo, se despeña a la impiedad vedada. El hijo audaz de Japeto
hurta el fuego del sol y lo distribuye a las naciones. Tras de este fraude,
cargó sobre la tierra la macilenta fiebre y un nuevo escuadrón de males; y la
muerte inevitable, antes lenta, llegó con paso presuroso. Dédalo se lanzó a los
aires con plumas no dispensadas a la humanidad; Hércules, con temerario
aliento, penetró el Aqueronte. No hay obstáculo para el hombre: en su demencia,
acomete al mismo cielo; y por su maldad, no permite que Jove soberano deponga
sus iras y rayos justicieros.
I. El autor
pide a la nave que lleve a Virgilio a Athenas, que lo conduzca sin daño; y en
su inquietud, censura el arrojo de los hombres. La diosa de Chipre es Venus;
los hermanos de Elena son Cástor y Pólux. Prometeo, hijo de Japeto, hurtó el
fuego celestial: inmenso beneficio hecho a la humanidad, por el cual sufrió en
el monte Cáucaso la tiranía de Júpiter. Los males que se derramaron por el orbe
salieron de la caja de Pandora, cuñada de Prometeo. Los Titanes amontonaron Osa
sobre Polión para escaldar (sic) el Olimpo. 39
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