Músico espanhol Paco de Lucía morre aos 66 anos
- O músico espanhol Paco de Lucía
Segundo o gabinete de imprensa da Prefeitura, a morte foi confirmada pelo sobrinho do artista, Ramón Sánchez, filho de Ramón de Algeciras.
Paco de Lucía, de acordo com informações obtidas pela Efe de outras fontes, teria morrido em Cancún, no México, após sofrer um infarto enquanto brincava com seus filhos na praia.
O artista era conhecido por uma série de álbuns de flamenco dos anos 1970 que traziam influências clássicas e do jazz. Ele tocou com o pianista Chick Corea e o violonista Al Di Meola. Paco de Lucía também formou uma parceria com o cantor Camaron de la Isla, que foi instrumental na criação de um novo movimento de flamenco.
Fallece Paco de Lucía
El guitarrista de flamenco ha fallecido esta madrugada a los 66 años
de un infarto. El artista estaba jugando con uno de sus nietos en una
playa de México cuando empezó a sentirse mal. Falleció de camino al
hospital.
Así que abrió las puertas al campo, decíamos ayer. Paco de Lucía llevaba el ADN áspero y tanguero del género. Su familia era flamenca, pertenecía a la cultura de las ventas, los carromatos y los señoritos que daban una propina, que era la única cultura del flamenco en aquella época. Antonio Sánchez, su padre, era un guitarrista de esa sociedad semi marginal, un 'sargento' del flameco que, en las imágenes que quedan de su vida (hay por ahí alguna grabación de las sesiones de Paco con Camarón en las que don Antonio vigila con una expresión bastante intimidatoria), se retrató con pose de almirante. Del padre de Paco de Lucía se cuenta que fue un hombre casi carcelario, obsesionado con hacer de su hijo un guitarrista como Dios manda. "No le dejaba jugar ni a las bolas", cuenta un testigo de aquellos años.
Su hijo, quizá como acto de rebeldía, se fue liberando, exploró en Ramón Montoya, en Niño Ricardo, descubrió de Sabicas que lo mejor que podía hacer era ser él mismo... Y tuvo el valor de abrir el flamenco a los circuitos de la música culta, de llevarlo a los teatros, a los festivales de jazz, a las colecciones de los aficionados a la música clásica... Ayudó a inventar a Camarón, regaló los primeros discos de flamenco de nuestros padres, viajó, alentó a rumberos y cantantes de pop, vivió como un rockero... Hoy, todos tenemos interiorizado que el flamenco está en esa liga. No siempre fue así.
La otra idea que explica el valor de Paco de Lucía es más evidente, estaba en sus manos: su talento como guitarrista. Y ahí hay que recordar, otra vez, que lo que hoy damos por hecho, no siempre fue así. Antes de Paco de Lucía, la guitarra era siempre acompañamiento en los cuadros flamencos, no existían o eran muy extrañas las guitarras solistas. De Lucía, a medias por talento nato, a medias por intuición propia, a medias por lo que aprendió del jazz, de Al di Meola y de John MacLaughin, descubrió que sus dedos podían ser tan expresivos como la voz más rasgada.
Cualquiera puede comprobarlo pinchando 'Entre dos aguas' en su buscador, la rumba que es su hito y que Paco de Lucía a veces desdeñaba. En la pantalla aparece el guitarrista en su gran momento, la segunda mitad de los setenta y con su aspecto icónico, apuesto, entallado y patilludo. Los espectadores de la época, en vez de sentirse intimidados como con otros flamencos, debían de encontrar irresistible a aquel tipo a la moda. Treinta y tantos años después, a Paco de Lucía lo veíamos en el Festival de Jazz de Vitoria con Wynton Marsalis y reconfortaba ver lo bien que envejecía el genio, a pesar de las mil leyendas de excesos y locuras. Alguno pudo pensar que Dios era inmortal, pero no.
Muere
Paco de Lucía y a todos los que trabajamos en las secciones de cultura
de los periódicos de España se nos vienen a la cabeza las frases que
escribimos hace dos años y medio cuando murió Enrique Morente. "El
hombre que reinventó el flamenco, el hombre que abrió las puertas al
campo al flamenco". El peligro es pecar por hiperbólicos, pero la
sensación es que es verdad, que sin Paco de Lucía y sin Morente (que, en realidad, llego después), se acaba una era heroica en la historia del flamenco.
Paco de Lucía: Dios no era inmortal
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Como Enrique Morente, Paco de Lucía tuvo el valor de abrirle las puertas al campo, de llevar el flamenco de las ventas a los circuitos de la música culta
Paco de Lucía, con Chick Corea, en Vitoria, en 2001.
Efe
Así que abrió las puertas al campo, decíamos ayer. Paco de Lucía llevaba el ADN áspero y tanguero del género. Su familia era flamenca, pertenecía a la cultura de las ventas, los carromatos y los señoritos que daban una propina, que era la única cultura del flamenco en aquella época. Antonio Sánchez, su padre, era un guitarrista de esa sociedad semi marginal, un 'sargento' del flameco que, en las imágenes que quedan de su vida (hay por ahí alguna grabación de las sesiones de Paco con Camarón en las que don Antonio vigila con una expresión bastante intimidatoria), se retrató con pose de almirante. Del padre de Paco de Lucía se cuenta que fue un hombre casi carcelario, obsesionado con hacer de su hijo un guitarrista como Dios manda. "No le dejaba jugar ni a las bolas", cuenta un testigo de aquellos años.
Su hijo, quizá como acto de rebeldía, se fue liberando, exploró en Ramón Montoya, en Niño Ricardo, descubrió de Sabicas que lo mejor que podía hacer era ser él mismo... Y tuvo el valor de abrir el flamenco a los circuitos de la música culta, de llevarlo a los teatros, a los festivales de jazz, a las colecciones de los aficionados a la música clásica... Ayudó a inventar a Camarón, regaló los primeros discos de flamenco de nuestros padres, viajó, alentó a rumberos y cantantes de pop, vivió como un rockero... Hoy, todos tenemos interiorizado que el flamenco está en esa liga. No siempre fue así.
La otra idea que explica el valor de Paco de Lucía es más evidente, estaba en sus manos: su talento como guitarrista. Y ahí hay que recordar, otra vez, que lo que hoy damos por hecho, no siempre fue así. Antes de Paco de Lucía, la guitarra era siempre acompañamiento en los cuadros flamencos, no existían o eran muy extrañas las guitarras solistas. De Lucía, a medias por talento nato, a medias por intuición propia, a medias por lo que aprendió del jazz, de Al di Meola y de John MacLaughin, descubrió que sus dedos podían ser tan expresivos como la voz más rasgada.
Cualquiera puede comprobarlo pinchando 'Entre dos aguas' en su buscador, la rumba que es su hito y que Paco de Lucía a veces desdeñaba. En la pantalla aparece el guitarrista en su gran momento, la segunda mitad de los setenta y con su aspecto icónico, apuesto, entallado y patilludo. Los espectadores de la época, en vez de sentirse intimidados como con otros flamencos, debían de encontrar irresistible a aquel tipo a la moda. Treinta y tantos años después, a Paco de Lucía lo veíamos en el Festival de Jazz de Vitoria con Wynton Marsalis y reconfortaba ver lo bien que envejecía el genio, a pesar de las mil leyendas de excesos y locuras. Alguno pudo pensar que Dios era inmortal, pero no.
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